Empecé mi andadura con un propósito claro: convertirme en el mejor jugador de voleibol que pudiera ser. A los 19 años estaba en el equipo nacional holandés y llegué a competir en los Juegos Olímpicos. Estaba motivado, centrado y sabía exactamente hacia dónde me dirigía. Pero las cosas cambiaron. Una relación acabó con mi confianza y, por primera vez, empecé a cuestionarme a mí mismo, no sólo en la pista, sino en la vida.
En esos años, perdí la energía y la dirección que una vez me habían impulsado. En lugar de dirigir mi vida, me encontré reaccionando a ella. Con el tiempo, dejé el voleibol y, sin un camino claro, luché por encontrar mi lugar. Me abrí camino a través de puestos corporativos, aprendiendo sobre la marcha, enfrentándome a dudas y luchando contra retos internos que ningún título o logro podía solucionar.
Tardé años, pero al final volví a encontrar esa chispa. Me di cuenta de que la maestría personal no consiste en arreglar todos los defectos ni en perseguir una «vida ideal». Se trata de tomar el control de nuestros pensamientos, nuestras emociones y nuestra energía. Se trata de tomar las riendas, de no dejar que la vida «nos suceda», sino de moldearla desde dentro. Y cuando eso ocurre, las cosas empiezan a alinearse. La paz, el propósito, la claridad… todo surge de forma natural.
Muchos consejos suenan bien, pero puede parecer imposible aplicarlos. Lo entiendo, porque he estado en ambos lados. He sentido el impulso, la paz y el sentido de propósito. También he sentido la lucha de intentar cambiar sin una hoja de ruta.
En mi coaching, aporto herramientas prácticas que funcionan en la vida real. No estoy aquí para hablar de ideas abstractas, sino para guiarte en la realización de cambios reales y sostenibles. Cambios que no sólo te hagan sentir mejor temporalmente, sino que realmente cambien tu forma de pensar, vivir y experimentar la vida.
Si estás listo para ese tipo de transformación, manos a la obra. No necesitas ser perfecto ni tenerlo todo resuelto. Sólo necesitas estar dispuesto a presentarte, mirar dentro de ti y tomar la decisión de vivir intencionadamente: un pensamiento, un sentimiento, una acción cada vez.